lunes, 8 de marzo de 2010

Y tú, ¿qué pez eres?

Un pez nada tranquilamente en su pecera de cristal redondo.
Es un bonito pez de colores, nada reposadamente, en un círculo permanente que a veces cambia de dirección. Diríamos que su breve memoria no le impide disfrutar de su acotada vida, que su estrés dura un instante cuando alguien se aproxima demasiado al cristal, vivir cada momento por primera vez eternamente, creemos que bien alimentado, limpio y cuidado, realmente vive en su burbuja.
También esta la versión trágica del pez que no vive la vida porque pasa ante sus ojos cada tres segundos y olvida todo lo bueno que pudiera sentir al lanzarse de nuevo al agua recién cambiada, cuando cae la comida del tarro amarillo que aparece de buenas a primeras, sin que pueda reconocerlo en su lugar.
Un bonito pez de colores que da vueltas porque no sabe que la pecera es finita, que ya pasó por allí.
Hay peces que no están solos, que conviven entre iguales sin tener más interacción que la de juntarse todos a una ante la lluvia de alimento, quizá la de aparearse, a veces hasta comerse... Peces que conviven en armonía natural o peces que se ignoran, peces que se acompañan y peces que desaparecen sin que otros les añoren.
Hay peces que se pegan al cristal, tal vez para limpiarlo y nutrirse, tal vez para poder imaginarse fuera de su pecera.
Pequeñas y relativas mascotas que acompañan a la vista, al hogar, como vínculo de serenidad o ventana al río, al mar.
Animalitos con los que no jugamos ni paseamos, olvidados a la suerte de un filtro que no se atore, cogidos en red una vez cada dos semanas.
Acompañantes silenciosos del pensador que los observa y se imagina cómo sería ser pez.

1 comentario:

  1. como diría un tal Sabina: Pecesde ciudad que perdieron las agallas en un campo de morrallas, que nadan por no llorar.
    Te explicas de maravilla.
    Me alegro de que te hayas animado a crear este espacio, que por pequeño que sea lo conviertes en algo grande.

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