Vistas desde lo alto de un rascacielos, las luces son estrellas fijas en un mar de brumas sin forma ni vida, percibes el olor impuro de los malos humos concentrados en unos kilómetros, percibes la sucia noche y el silencio roto por un frenazo.
Hay intermitencias amarillas, rojas, neón, bajo el fondo; hay contínuos ruidos sordos a los que ya no teme el sueño; hay voces repentinas a gritos y carcajadas y unos pasos que no se si se acercan o si se alejan.
Desde esta altura y en la espesura de la noche, no puedo apreciar tu casa, la luz de tu ventana y me dedico a imaginarte con los libros sobre la mesa, con los párpados rosáceos, mirando hacia a bajo, los labios en mímica... Ojalá los vientos soplaran, barriesen la niebla gris y despejaran el camino hasta tu morada.
Los semáforos parecen cansados de cambios, de un duro día de trabajo, funcionando sin parar para dejar fluir y cortar el tráfico, glóbulos tóxicos de las arterias del precioso y viejo corazón de la ciudad, glóbulos que se expanden a toda velocidad hasta salir al mar. Aún en el mar hay barcos cargados de dióxidos y carbonos. Incluso en el aire.
Estoy en lo más alto y no atisbo a ver el agujero de la capa de ozono, ni las estrellas que algunos dicen que habitan el cielo, sólo un esbozo de claro de luna, quizás sea un foco de una de esas discotecas modernas.
Y sin embargo estoy en paz, con la mirada borrosa, pero en paz.
Me siento como un alma perdida pero sin miedo, sin temores infundados por no saber qué será de mi, sin heridas ni abrazos que me acunen esta noche de civilizada calma.
Añoro el silencio de los campos, las luces que son verdaderas estrellas, constelaciones enteras dibujadas por la imaginación de los pasados, añoro los chopos blancos en la noche de luna, luna que incluso nueva se observa y coquetea con su mantón oscuro, el viento melancólico por las calles vacías de frío y vejez, el maullar de los gatos, el cantar de ranas y grillos, el aullido de un perro solitario y hambriento, sonidos que se escuchan alguna noche; alguna vez.
Pero aquí me tienes, admirando purpurina en la noche de ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario