sábado, 19 de junio de 2010

No me da la gana

La verdad es que lo entiendo, simplemente no me da la gana entenderlo porque en el momento que más necesitas a la gente a tu lado, las obligaciones les acechan y tú, una vez más, te desesperas sola entre cuatro paredes que no dejan de acosarte.
Porque los problemas cada semana parecen más difíciles, porque el sueño cada noche llega más tarde, porque las lágrimas se hacen asiduas a la mirada y los nervios vibran a flor de piel, porque no puedes enfadarte ni por esto ni por lo otro porque eres adulta, porque no puedes enfadarte con las personas por cumplir con su deber aunque estés clamando por un respiro, porque no son responsables de tus decepciones ni de tus marrones, porque ya eres mayorcita para ser irracional...
Pues me da la gana hablar mal, me da la gana ser irracional y patalear como una nana de primaria cuando algo sale mal, no me da la gana tener que entender porque tengo que estar sola cuando se supone que existen personas a mi alrededor que una vez me dijeron que me cuidarían ni me da la gana ser la idiota que es capaz de cambiar los tiempos en pro de un acto de amor, no me da la gana sentirme hundida.
Y sin embargo me hundo en mi misma, con mis malas formas que nadie quiere entender porque son adultos razonables, de nada sirven los años de buen comportamiento, de ganarse la confianza y el respeto, me hundo con mi protesta perdida en el eco, me hundo entre cuatro paredes que no me dejan respirar.
Suerte que en el mar haya a veces un de esos botes que recogen a los naúfragos que pensaban que iban a morir.

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