Me siento loca.
Lo tengo asumido.
A veces se me va la cabeza y pienzo en lo fácil que sería levantar con ira el puño sin avisar y rebentar este puto nervio que llevo encima solo de ver cómo lo proteges ante todo.
Primero te quejas, vienes a comerme la olla y acto seguido le dejas que haga de ti su chacha personal, estés como estés.
Unas décimas de fiebre que el mismo se ha ido a encontrar cuando le advertiste que no saliera de casa constipado, han servido para que creeis una burbuja a su alrededor, mientras tu retuerces tus manos en el dolorido cuello de la faenera, él se sienta a ver los deportes y a esperar que antes de ir a trabajar le hagas la comida, y tú vas y se la haces.
No te quejes, no hace falta. No digas ni una puta palabra más.
Tienes lo que has querido.
Tu niño consentido.
Tiene fiebre por irresponsable, podría haberse asado él mismo las pechugas, no eran más que décimas y la respuesta es: "Como se nota que tú no has estado embarazada".
Pues si piensas permitir que haga contigo lo que quiera y a que se pase tus súplicas y consejos por el arco de triunfo, adelante, por mi estupendo pero no me vuelvas a meter en el saco ni intentes que entre en el juego alegando a mi falta de profesionalidad, pues vosotros mismos me habeis privado de respeto.
Yo a mis hijos los he educado por igual....
¡Y una mierda!
A su edad a mi no me dejabais hacer la mitad de las cosas que él hace, no se me ocurría desafiaros porque siempre he sido sensible a las críticas y he permitido que me castigarais incluso siendo una adulta hecha y derecha. ¡Gilipollas de mi!
"Mamá quiero un móvil"
"Pues yo no te lo voy a comprar, si quieres algo trabajas y te lo compras tú que eso es un capricho"
"¿Dónde trabajo si tengo 15 años?"
"Pues das clases de repaso"
"Mama quiero una guitarra"
"Es de las más baratas, pero toma hijo, la guitarra, cuando tengas dinero si quieres te compras una mejor."
Claro, como nunca le ha motivado nada para una cosa que le gusta no se lo vas a complicar más, verdad?
Si entiendo la desesperación de mis padres ante la desmotivación de mi hermano pero eso no significa que debas ir corriendo detrás con un orinal si tiene ganas de mear.
Esta bien que le des las herramientas para que crezaca en algo pero...¿qué pasa después cuando todo sigue igual y no es capaz de colaborar con el resto de la familia?
Pues eso.
Mira como a él se la suda todo, como pasa de lo que le digan y supera sin miedo cada bronca con tal de acabar haciendo lo que le place, como le ríes la gracia de encontrar a su novia dentro de la cama con él, quedarse a dormir los dos solos en el piso de ella, no hacer más que poner y quitar su cubierto de la mesa y pasarse el día matando personas 2D frente al televisor.
Mira yo, infeliz, con miedo a las broncas, con el mal sabor que me deja que os enfadeis conmigo, con la falta de ímpetu para plantar cara y decir, "se supone que yo soy la mayor", cuidadito no deje de dormir una sola noche en casa, no se me ocurra dormir en casa con mi novio de hace 10 años, una puta decada con la misma persona y aún nos dividís como si fuera el polvo de una noche, ni se meocurra faltaros al respeto en vuestra casa metiéndolo en mi cama o fuera de ella para echar la siesta a puerta abierta.
"Podrías ayudar a tu madre y hacer al menos la comida", "oye, ayuda a limpiar la casa".
¿Mi hermano preguntas? Yo tampoco se donde estaba, pero siempre se las salta todas.
Sois unos puñeteros machistas.
Nunca fuisteis tan tajantes con él como conmigo.
Nunca le ha costado esfuerzo conseguir las cosas porque cuando las ha querido, aunque hayan tardado en llegar, las ha tenido.
Y no es que mis padres no me quieran, ojo, se que me quieren y aprecian mis esfuerzos pero lo malo es que las recompensas se reparten y las tareas recaen siempre sobre los mismos hombros.
Quizás si hubiera tenido la misma educación que yo, algunas cosas, habrían sido diferentes.
De alguna forma admiro a mi hermano y por supuesto que lo envidio, no se si por su saber hacer en el arte de hacer lo que le da la gana o porque parece que las diferencias evidencian una clara y amplia fuerza mayor a quien tiene dos cojones en lugar de ovarios.
Soy una puñetera adulta, uso los tacos como y cuando me viene en gana porque se que se hablar con propiedad cuando corresponde, porque es lo único que me queda ya para diferenciarme y resaltar que soy adulta.
¿Qué culpa tengo yo de noencontrar trabajo, de que tengo 26 años y no puedo seguir avanzando en la vida de forma independiente?
Me busco las maneras para hacer notar que soy mayor y acabo haciéndolo como la cría de 15 años en la que me estoy reconvirtiendo gracias a esta situación que cada día me ahoga un poco más.
Tu siempre dirás que son celos....
No importa que tardes diez años en dar un pasito hacia delante en tu
independencia, tu hermano pequeño lo hará en el mismo segundo en el que a
ti se te conceda darlo y si me apuras, incluso un poco más.
Ahora cada vez que consigo algo se refleja en que él lo consiga sin el menor esfuerzo, porque claro, "no voy a hacer distinciones entre mis hijos".
martes, 12 de marzo de 2013
viernes, 8 de marzo de 2013
Nana
Déjame que te cante una nana
mientras te arrullo en mis brazos,
con el violín de las chicharras,
con el tiempo de los pasos.
Déjame que susurre unos versos
en tus tiernos oídos rosados,
como si fuera un pequeño secreto
del que sólo tú y yo sabemos.
Déjame que te cante una nana
bajo el manto veraniego estrellado,
entre los olores del seco espliego
y el eco rajado del sol acallado.
Déjame que derroche las horas
atendiendo a las mínimas sonrisas,
recordando las tiernas caricias
que van perdiéndose en tu cuerpo.
Déjame disfrutar de este momento
cuando aún eres así de menudo,
mientras aún puedo contigo
y me duele dormirte en un segundo.
Déjame que me duerma contigo,
mirando la calma de un suspiro,
compartiendo el aire que respiro
como cayendo en alivio.
mientras te arrullo en mis brazos,
con el violín de las chicharras,
con el tiempo de los pasos.
Déjame que susurre unos versos
en tus tiernos oídos rosados,
como si fuera un pequeño secreto
del que sólo tú y yo sabemos.
Déjame que te cante una nana
bajo el manto veraniego estrellado,
entre los olores del seco espliego
y el eco rajado del sol acallado.
Déjame que derroche las horas
atendiendo a las mínimas sonrisas,
recordando las tiernas caricias
que van perdiéndose en tu cuerpo.
Déjame disfrutar de este momento
cuando aún eres así de menudo,
mientras aún puedo contigo
y me duele dormirte en un segundo.
Déjame que me duerma contigo,
mirando la calma de un suspiro,
compartiendo el aire que respiro
como cayendo en alivio.
miércoles, 6 de marzo de 2013
Iris en una habitación
Me miras sin poder dejar el iris grisáceo de tus ojos quieto ni por un segundo, recorres sin prisa pero sin pausa cada matiz de mi iris, como si pudieras darte un baño en el marrón profundo que bordea mis pupilas.
Tú, tan lleno de luz, pálido, blanco como la luna, ojos inesperados, manos finas y sedosas.
Yo, basta era de la tierra, ni balnco ni negro ni café cortado, si no todo lo demás, el pelo que se dora al sol se convierte en cobrizo castaño, manos pequeñas e hinchadas, tierra profunda hasta en los ojos.
Me miras con la curiosidad con la que un niño mira los colores por primera vez, como si nunca hubieras visto nada igual, como si todo en lo que nos parecemos no existiera en realidad, con el ceño fruncido a ratos y relajado en el silencio.
Un roce de tus dedos en mis labios esboza en mi cara la mueca.
Tú, sorprendido, acaricias el resto de mi cara buscando nuevas reacciones y yo satisfago tus ganas con todo gesto que no sabía que podía llegar a hacer.
Mi cuello, también buscas mi cuello con las yemas, despacio, leve...
Te paras y me clavas la mirada.
Me quedo inmóvil, casi asustada o casi sorprendida, no lo se muy bien.
Es un juego entre las luces y las sombras de esta habitación.
Un mechón de tu pelo cae sobre uno de tus ojos, me miras relajado.
Yo, que aún no me he atrevido a tocarte, levanto la mano con calma, degustando el momento, y retiro el cabello a un lado para regodearme en el gozo de tu iris clavado en el mío.
A penas rozo tu barbilla y bajas la mirada.
Los labios, se que ahora me miras la boca.
La tuya susurra cosas que jamás entenderé.
Te acercas unos centímetros más a mi, me pones el vello de punta cuando alcanzas a tocar la comisura izquierda de mi boca con tu corazón, presionando en entreabrir la línea que separa los labios.
Inconscientemente hago todo lo que quieres.
Mi corazón late como si fuera a romperme el pecho ahora que te acercas.
Sin apartar la mano de los labios, el hielo de tus ojos congela la arena de los mios y sin darme cuenta, un zoom eclipsa la visión del cuarto.
Aún no me he dado cuenta, pero tus labios son los que ahora están descubriendo los míos y un minuto después, la esponja de tu lengua sobre la mía.
Tú, tan lleno de luz, pálido, blanco como la luna, ojos inesperados, manos finas y sedosas.
Yo, basta era de la tierra, ni balnco ni negro ni café cortado, si no todo lo demás, el pelo que se dora al sol se convierte en cobrizo castaño, manos pequeñas e hinchadas, tierra profunda hasta en los ojos.
Me miras con la curiosidad con la que un niño mira los colores por primera vez, como si nunca hubieras visto nada igual, como si todo en lo que nos parecemos no existiera en realidad, con el ceño fruncido a ratos y relajado en el silencio.
Un roce de tus dedos en mis labios esboza en mi cara la mueca.
Tú, sorprendido, acaricias el resto de mi cara buscando nuevas reacciones y yo satisfago tus ganas con todo gesto que no sabía que podía llegar a hacer.
Mi cuello, también buscas mi cuello con las yemas, despacio, leve...
Te paras y me clavas la mirada.
Me quedo inmóvil, casi asustada o casi sorprendida, no lo se muy bien.
Es un juego entre las luces y las sombras de esta habitación.
Un mechón de tu pelo cae sobre uno de tus ojos, me miras relajado.
Yo, que aún no me he atrevido a tocarte, levanto la mano con calma, degustando el momento, y retiro el cabello a un lado para regodearme en el gozo de tu iris clavado en el mío.
A penas rozo tu barbilla y bajas la mirada.
Los labios, se que ahora me miras la boca.
La tuya susurra cosas que jamás entenderé.
Te acercas unos centímetros más a mi, me pones el vello de punta cuando alcanzas a tocar la comisura izquierda de mi boca con tu corazón, presionando en entreabrir la línea que separa los labios.
Inconscientemente hago todo lo que quieres.
Mi corazón late como si fuera a romperme el pecho ahora que te acercas.
Sin apartar la mano de los labios, el hielo de tus ojos congela la arena de los mios y sin darme cuenta, un zoom eclipsa la visión del cuarto.
Aún no me he dado cuenta, pero tus labios son los que ahora están descubriendo los míos y un minuto después, la esponja de tu lengua sobre la mía.
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