La muerte de la ignorancia empieza cuando nace la curiosidad...
Curiosidad hambrienta que alimenta en pequeñas dosis y debora profundidades más allá del amor, la amistad, la intimidad ajena...Hambre de saber de más.
Qué me ocultas corazón, que me está descomponiendo el alma, el desespero de no saber, los celos del pasado desconocido, la duda de los miedos sin fundamentos.
Qué me ocultas que se me clava en la mente y me la desangra, vueltas bajo una farola con la bombilla rota, cristales que caen sobre mis párpados cansados.
Qué es lo que no me puedes ni me quieres contar, qué te da tanto miedo, qué te ruboriza, qué vacilas.
Lo peor, por qué no me confías tus fotografías en blanco y negro como yo compartí las propias.
No sabes lo angustiada que me hace sentir tentar que hay zonas de ti que siempre quedarán demasiado lejos de mis manos. Demasiado lejos, demasiadas zonas.
No te pido los secretos de una vida, no quiero confesiones íntimas, tan sólo poder conocerte, entenderte, tus maneras, tus reacciones, tu inaccesibilidad.
Te abres de boca, pero no de corazón y mientras, el mío, se quiebra un poco al intentar llegar Sol.
Eres un muro de ladrillos.
Quito una hilera.
Siempre aparece un muro mayor.
Cuánto sabes de mi y qué poquito se de ti.
Me está matando la curiosidad. Me está matando.
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