martes, 30 de noviembre de 2010

Miedo a la tormenta

La lluvia caía lentamente por el cristal, los relámpagos y los truenos se hacían eco en la noche y un niño asustado buscaba refugio bajo las sábanas.
Cada vez el viento azotaba más fuerte las ventanas y paredes de la casa.
No podía dormir con el miedo anclado entre sus manos y decidió contar el tiempo entre luz y trueno esperando que se alargasen las distancias que anunciaran el fin de la tormenta sobre su tejado.
No podía cerrar más fuertemente los ojos ni tampoco dejar de abrirlos para mirar la oscuridad.
Cansado de contar sin resultado alguno, incluso creyendo que los tiempos se abreviaban, empezó a inventar que tal vez los rayos, truenos y relámpago que hacían crujir el cielo fueran luciérnagas celebrando una marivillosa fiesta.
De vez en cuando, las luciérnagas de los bosques de aquí y allá, se reunían para reencontrarse con sus parientes más lejanos en lo alto de las nubes, como el niño y su familia lo hacían cada Navidad en la casa más grande.
En esa fiesta, las luciérnagas que parecen tan silenciosas, cantaban con gran estruendo y batían sus alas más fuerte que nunca como signo de alegría, hacían bailar a las mismísimas nubes, removiendo con sus festejos el cielo entero.
La lluvia que caía, eran las risas de las nubes; las luciérnagas les hacían cosquillas con sus aleteos y provocaban tales carcajadas, que cambiaban de color y dejaban caer su risa en forma de tormenta.
Pensándolo mejor, la lluvia ya no le parecía tan terrible.
De nuevo inició el cálculo de distancias, parece que la fiesta se apaga, los ojos se van cerrando y las manos flojas sueltan las sábanas.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Leyenda india

Cuenta una leyenda india, que allá en las praderas de la Ámerica profunda perdida en los miles ochocientos de los blancos años, los ancianos de la tribu, contaban a los pequeños en las noches más severas la historia del nacimiento de su tierra, su bosque y su cultura, transmitiendo así su fe incondicional en la propia naturaleza.
La madre Naturaleza, había creado en su seno el Lago de los Espíritus y el Bosque Protector.
En lo más alto del celeste, Luna y Sol controlaban los días, Aves del Trueno volaban con la tormenta bajo las alas y los Cuatro Vientos recorrían veloces estos lugares.
De las raíces de un árbol, madre Naturaleza, hizo brotar animales menores y mayores que vivirían en el Bosque, en sus troncos, sus copas y sus rocas.
Bisontes, águilas, conejos, pajarillos cantores y lobos, ratones y serpientes.
Un día, las Aves del Trueno, en su gozo al ver a estas criaturas, decidieron bajar con las estrellas y los rayos de sus ojos crearon en las ramas muertas el fuego.
Del fuego, saltaron chispas, llamaradas que galopando dieron nacimiento a un noble animal, capaz de golpear como un rayo, correr como el trueno y a la vista, tan bello como una estrella. El caballo.
Luna y Sol contemplaban con tal emoción que llovieron lágrimas de alegría y cada gota que tocaba el suelo, era recogida por un espíritu del Lago y convertida en planta, flor, fruto y vida.
Después llegó el hombre, dotado de la fuerza del animal que madre Naturaleza le brindaba en su nacimiento y así, nacieron los pueblos hermanos, encargados de proteger la tierra, venerar a los espíritus y convivir con los animales en perfecta armonía.


Inspirada en:
Pies negros  

martes, 16 de noviembre de 2010

No importa cuánto tiempo, lo sigo sintiendo

Si es que aún tengo esa sensación cuando te veo.
Si por más que pase el tiempo te quiero.
Si por más errores y aciertos, lamentos y perdones
que tenemos en la carpeta aún lo siento.
Los años pasan y no dejo de soñarte cerca
ni de imaginarnos en futuros amaneceres,
en aventuras y desventuras de personas maduras,
con la compañía en los días de placeres.
Me pregunto, si me dejara de preguntar, tal vez,
podría ser más feliz en nuestros encuentros,
si me olvidara del qué fue y qué será dentro de diez,
disfrutar sólo de hoy contigo aquí o allí.
No hay nada más bonito que pensar en un mañana,
donde los claros y oscuros aún están por definir,
donde los fines de semana son un puente en la cama
y las horas los números de una esfera de pared.
Ilusiones que pasean como gaviotas por la playa
esa misma donde saltamos olas, mojamos pies y risas
allí donde los barcos son gigantes en distancia larga.
Ilusiones que acomodan mi mente en días como este.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Un viajecito en mi avioneta

Me voy a inventar que me he comprado una avioneta, de esas que tienen dos esquís para aterrizar en el agua.
Me he pasado todo el fin de semana planificando lo que haré con ella esta semana y he decidido darme un descanso del trabajo e irme de vacaciones...Pero sólo hasta el lunes que viene.
De momento, he pensado que mi primera parada será las Islas Canarias, en especial, quisiera visitar la isla del Hierro y su mundo vegetal y marino único. Las vistas nocturnas del pueblo son espectaculares.
El segundo día, creo que iría a visitar las pirámides de Egipto, mi sueño, mi viaje de fin de carrera incumplido, el suspiro de sus dibujos, la cuna del Nilo, del Sol y las dunas. Me convertiré en cazatesoros y descubriré, por qué no, un templo perdido jamás narrado en los libros pero de gran tradición oral.
Mi tercera parada será Argentina, donde me apuntaré a un cursillo de tango intensivo para embelesar a mi pareja a mi retorno, me coegré al acento de las "shuvias" y las despedidas tintadas de vino con los compañeros de por vida.
Ya que estoy por la zona, volaré a Chile y leeré en alguna playa frases de Neruda, visitaré su hogar y suspiraré en respeto a su figura.
¡Qué lindo!
Tal vez me pase por México a comprarme uno de esos sombreros de ala gigante y un poncho con los colores de la tierra para ir a tomar un tequila de verdad con unos mariachis.
Mi avioneta no se cansa y quiere volar hasta algún lago de Canadá y Alaska, a los pies de montañas nevadas, verdes y grises arboledas. Me compraré una bufanda que si me cojo la baja después de esto mi jefe me mata.
Visitaré las islas griegas por Capri, veré Rusia desde el aire, bajaré a probar el café del centro de Praga y como si de un barco se tratase, bordearé la Península Escandiva.
Australia, haré fotos de canguros en movimiento y sin distorsiones, los koalas me mirarán con la misma ternura con la que yo los mire y diga: Ooooohhhhh!
Tal vez la Isla de Pascua, probar el surf, ala delta en los Alpes y trineo en los Andes, ver las ruinas del Machu Pichu, Las Líneas de Nazca...
Mierda! Llevo un mes fuera del trabajo y no he avisado.
¿Me habrán despedido?
En fin, será hora de ponerle alimento a la avioneta para volver, si, sólo para volver que es híbrida del futuro y no me consume casi nada, de verdad literal.
Cuando me incorpore al trabajo de nuevo, aprovecharé que no esté el jefe y planearé mi próximo viaje.
¿Alguna sugerencia?