martes, 25 de mayo de 2010

El tío alemán

Me quedaré con el recuerdo infantil de las peladillas de chocolate y menta, de los juegos en la piscina, de los besos en vídeo, los bombones de licor y del idioma que no entendía.
Me quedaré con la idea de que ignorancia es igual a felicidad, de que no te diste cuenta ni un por un momento de lo que ocurría dentro de ti, aunque no dudo que tal vez lo imaginaras.
Me quedaré con el valor que pones hoy como lo hiciste décadas atrás al dejarlo todo en busca de futuro, de dinero para el alimento, sin conocer el idioma extranjero, ni a las personas que ahora están lejos. Te fuiste solo.
En esta despedida, no lo estarás.
Me quedaré con eine flasche wasser.

Tengo la sensación de que me faltó conocerte mejor.
No se cuando empezamos a perderte, ni por qué le ocurren estas cosas a las buenas y sanas personas, no comprendo la existencia de Dios, no la creo, no se por qué la medicina se quedó ciega contigo a mitad de camino, no puedo entender cómo ocurren estas cosas tan en silencio que se nos hace tarde.
Me quedaré con la foto de los 75 con los sobrinos-nietos a tu lado, con el último vuelo a Hannover, con la rosa que te acompañó durante años en el país que te dio asilo en los momentos de pobreza y hambre aquí, rosa que abandonas en tu jardín de ignorancia y que no volveremos a ver, separada por la lengua que no habla pero que escucha con atención.
Me quedaré con la última sonrisa que te ví en la cara, con los ojos aún abiertos y la mente despejada.
Me quedo con tu persona, con tu esfuerzo, con tu cariño, con tu mirada vidriosa tras la que siempre vi algo escondido, los abrazos a papá y los guiños a mamá.
Por ti recordaba algunas cosas de la abuela por la que sentía profundo respeto, cariño y admiración. La madre de todos, amorosa, incombustible hasta el final.
Me quedaré con tu recuerdo. Tu tren, anunciado días antes, empieza a silbar.
Yo me quedo en el andén. Con el pañuelo en la mano.
Auf Wiedersehen, tío.


Al Tío Pepe

domingo, 23 de mayo de 2010

Llamada al vampiro

Esta noche, como otras tantas, te esperé entre el morbo y el miedo con el cuello desnudo.
Un camisón de raso ha trepado por mis piernas entre vuelta y vuelta, marcando sencillamente las formas y dejando entrever los tramos recorridos.
En ocasiones me despierto sintiendo tu aliento en mi piel, rozando mis manos, susurrando incomprensibles versos de acecho...Sólo una ventana abierta hizo que confundiera al aire con tu liviana presencia.
La noche puede ser inmensa espera. Descarado deseo.
Sentir la piel de punta con cada bocado.
Recuerdo la primera vez, dormía tranquila cuando una repentina sensación me obligó a incorporarme a comprobar quién me observa. Ahí estabas tu y yo no podía verte en aquel momento.
Me dejé caer suavemente hacia atrás con los ojos cerrados, pero no toqué ni colchón ni almohada. Fueron tus brazos los que me cazaron al vuelo.
Tu lengua marca el lugar donde empezar.
No pude reaccionar si quiera, me encanté en el brillo de tus ojos con pánico y sentí la aguja de tus colmillos perforando cada capa de la piel, lentamente.
Después, un placer intenso sacudió mi cuerpo. Me dejé llevar. Creo que te acaricié.
Diría que todo tu ser estaba helado, que sólo tus labios se calentaban al paso de mis fluidos, que tu rostro era hermoso al tacto.
Si, me asusté al marcharte, descubrí la herida fresca, tomé los restos con dos dedos y los lamí.
Creía que era el sabor de tu saliva en mi sangre, soñaba que era un beso.
Me pregunto si al libar mi sangre, sentiste la misma excitación que yo mientras mi jugo subía de sitios remotos hasta el cuello, bajo la oreja.
Desde entonces espero que vuelvas cada noche, con las ventanas a medio abrir, para darme de nuevo al goce de tus colmillos y tus labios anclados a un trocito de mi, satisfaciendo el uno las hambres del otro.

martes, 18 de mayo de 2010

Desvelada

Me falta el hálito bien entrada la noche, escondida entre las sábanas, perdida en la incertidumbre.
Esta noche el sueño, ni pozo ni gozo.
Vigilia que no me desespera ni sosiega en la callada nocturnidad de mis pensamientos.
Extraña contradicción de lo que me resulta complejo e inconveniente a la vez que mis ligeros párpados disfrutan del juego huidizo de luces de los coches, de vecinos taciturnos con tacones resonantes.
No me importa estar despierta, me pone nerviosa estar en vela en un diario entre semana.
Disfruto de dormir cuatro horas; mañana ya se resentirá mi ánimo.
Intento convencerme de sueños imposibles, de escenas peliculeras que esperaba protagonizar, aprieto con fuerza hasta tragarme las pestañas... Pero nada sucede en medio de la madrugada.
No trasnocho por casualidad, es un ritual pesante, no me parecería correcto cambiar una costumbre con tanta celeridad, después de años de ensayo.
No, no diré que me sienta orgullosa de no poder pegar ojo o que nunca duerma hasta las horas vespertinas, ¡qué gran mentira!, sólo dejaré constancia de que mi cuerpo no puede y mi cabeza no para ni en blanco ni en negro ni en colorado.
Probaré a soñar en gris...

viernes, 7 de mayo de 2010

Expectativas

Yo creía.
Yo esperaba.
Yo pensaba.

Tener esperanzas, dejar crecer las dudas alrededor de una situación manteniendo la esperanza de una última opción siempre invisible, algo que se disfraza en nuestra ilusión como una forma de resultado (fingidamente) inesperado.

expectativa.

(Del lat. exspectātum, mirado, visto).

1. f. Esperanza de realizar o conseguir algo.

2. f. Posibilidad razonable de que algo suceda.

3. f. Posibilidad de conseguir un derecho, una herencia, un empleo u otra cosa, al ocurrir un suceso que se prevé.

a la ~.

1. loc. adv. Sin actuar ni tomar una determinación hasta ver qué sucede.

Esta, es una forma de debate intrapersonal, una forma de autolesionarse el alma y la paciencia.
Todo el mundo tiene expectativas, crea expectativas, piensa "toma", cuando se cumplen y se desmorona cuando caen al suelo tras un tropiezo.
La gente confía en sus posibilidades sin tener en cuenta que el éxito de las mismas depende, en muchas ocasiones, de otras personas, del resultado sobre las expectativas de estas en ellos.
Un juego entre realidad actual y realidad final en el que la persona expectante, pone sus esperanzas dejándose llevar por las probabilidades más altas de resultado.
Creemos que cuando existen las expectatias es porque el final feliz, está asegurado, sin embargo, no deja de ser una simple idea hasta que se levanta la sábana y se descubre la culminación del trabajo de días, meses, años.
Creemos que pensar que está hecho, lo hace infalible sin percatarnos de que la vida, tiene un final abierto para cada situación, así que, descubrir que no sucede así, provoca un estado de ansiedad en el individuo, una bajada de autoconfianza importante y una sensación de fracaso amarga.
Las expectativas, son realmente dañinas.