Llegamos a este mundo en el seno de una tribu, compartimos nuestra vida con los miembros de otras tribus y así vamos buscando crear la propia.
Unos, son precursores, otros eslabones que venían enlazados a los precursores y otros van agregándose de forma anónima o por enlaces.
Una cadena de acero en la que todos tenemos un papel pero en la que encontramos infiltrados de cristal fragmentado. Aquellos que serán destronados y se comportarán como principitos caprichosos de cuatro años y tratarán de recuperar el poder desde la división, desvirtuando todo aquello que la cadena es.
Por sus cojones.
Todos caemos en alguna trampa, alguna vez.
¿Cuál es el precio de una persona? No, no me digas que hay personas que no se venden, no me digas que nadie tiene un precio y que la persona posee un valor incalculable...
Todos caemos ante un buen postor, no es necesario hablar de dinero para dejarse llevar.
Luego, están aquellos que se venden porque quieren, saben perfectamente lo que hacen y son capaces de apartar sus criterios por sentir calor alrededor.
Personas que han sufrido, que se ven solas mientras lo demás prosperan en distintas parcelas de sus vidas, les puede el miedo a estar consigo mismos, se emborrachan de influencias externas a ver cuál será la que más les convenga, miran de nuevo al mundo y se lanzan al mejor postor.
No sólo es miedo, soledad o necesidad, es la sensación de pertenecer a una tribu que cuidará de ti, te arropará.
Al menos, eso creen.
A veces, el carroñero se pone la piel de un carnero y acecha entre el gentío.
Lobos, zorros, malheridos, inestables, carentes de respeto, listos, muy listos, ansían y temen a la vez a la tribu, descompensados emocionalmente, utilizan la palabra lustrosa con exceso y ánimo de lucro: el insulto elegante, la prepotencia y la verborrea al servicio de una bestia que no sabe si ser con o ser a secas.
No pueden estar solos tampoco demasiado acompañados y pasar tiempo con varios, supone el esfuerzo de aguantar sus tonterías y risas, juegan, fingen divertirse y cuando su mente se desborda entre tanta cara conocida y las carcajadas resuenan en su cabecita como balas rebotando en el acero, abren sus fauces y las deboran en gritos de silencio.
¡Ya está bien! ¡Sois unos críos!¡Os voy a dar una hostia como no pareis!
Las primeras amenazas son un triunfo...
Va, no, en serio (trata de arreglarlo, esto se le jode)
Y vuelven las gracietas, los chistes con tu pelo y tus manías, se reaviva el fuego. Esta vez las amenazas, ya no servirán de nada.
Lobos: Esos que se automarginan y aullan a la luna de los demás, esos que cubren con sus nubarrones de histérica incompresión, "Calimeros" agresivos de la vida que van sorbiendo los sesos de los abandonados con el nombre del Judas más egocéntrico y manipulador de éxito que se pueda olisquear arrastrando su mierda, ahogando en ella quien busca el consuelo fácil...Vender el alma al diablo en tiempo de ignoracia e inmadurez...¡Qué pena me dan!
Desgastados sociales, remendados a girones de decepción, sedientos de venganza contra un pasado que les marca en la soledad de una agenda llena de falsos nombres, arrasando los espejos en los que las tribus se miran, una foto de grupo que quiere destruir entre sus garras cuando no se ve en ellas...No porque no esté, se resiste a ser uno más, un polizón que pretende ocupar el puesto de capitán de navío, un desesperado que se enrabieta como un niño cuando no lleva la voz cantante y que nombra caballeros de su mesa redonda a los que le hacen un favor para quedar bien con él/ella.
No hay más amigos que los que puedes comprar.
Son viejos muy apaleados.
La necesidad disfrazada de amistad. ¡Falsa amistad, qué bien funcionas! Algunas duran y duran y duran...necesidad de por vida, amistad eterna, amistad añeja de oscuro comienzo e incierto final.
Odio las medias tintas, tirar la piedra y esconder la mano, clavar puñales en la distancia y hacer como si nada en un cara a cara. ¡Cobardes!
Lobos, zorros:
Sólo tiene que fijarse detenidamente en los componentes de la tribu, algunos acabarán acercándose atraídos por su dura "sinceridad ", otros, cogidos de la mano, seguirán la voz que arrulla a la mayoría y unos pocos, serán omitidos por su propio peso, los reserva. Aquellos que son excluidos de las decisiones que les afectan, las charlas y novedades de la tribu pero que no pueden faltar en ciertas ocasiones de festividad. Por si las moscas, de respaldo ante un posible vacío.
Es una lástima que a unos se les de tan bien cazar y a otros tan bien caer.
Y mientras la tribu se convierte en manada, bebiendo sangre del mismo cáliz, dos o tres observan desde lejos a la jauría, simplemente crearán su propia tribu a la par que la primera cae en el declive.
Y los que se automarginan se convertirán en marginadores, consiguiendo sus antojos sin levantar sospechas.
Dejarán pasar su falta de respeto, la excusa él/ella "es así" convertirá cada desprecio en una característica que le hace único y con total simpleza perdonarán cada crítica ruinosa que se les haga...
Ha despertado en ellos excitación, les gusta, les atrae a cada golpe, los cobija del frío, los alimenta de galletas amargas sin miel y ellos se dejan llevar por la facilidad del pasar.
Me pregunto hasta cuándo le durará el buen rollo.
Me conformaré pensando que nunca más podrán apoyar su mala educación autodenominándose "marginado" por la tribu.
Hay quien por rencor, realismo o complejidad, decide no ceder ante el insulto. Esos se marchan, no por su propio peso, sino por su propio pie.